📘 Se trata de un rostro en tierra que ahora vive, sufre, ama, se enfada, lucha y quizá se halla desolado, desposeído, abandonado, acusado, asechado por la desesperación... Nunca cabría ante los otros, en ningún sentido, una negación que atreva un mal posible. Por el contrario cada rostro en tierra invoca que todo de mí sea un posible no mal. Esto me revela a su vez la situación deudora de mi acción patentizada como un requerimieto. De ahí que a precio de mi justicia y totalización del otro no quepa el juicio que ultima: matar. Así el rostro en tierra es una llamada continua de la manifestación de los otros y, en nuestro caso, una determinación propia ante la barbarie: haber negado a fuerza de disparos que un rostro en tierra no significa apertura a la condición de manifestación de ese otro que apostó su vida por el cuidado familiar.