📖 Desde tiempo inmemorial, la Villa de Santa Brígida atrajo el interés de muchos visitantes por sus espléndidas condiciones climáticas. Se convirtió en un espacio donde muchas personas buscaban pasar largas temporadas alejadas del agobio y de la insalubridad de las contaminadas ciudades europeas, castigadas por la febril actividad de sus fábricas que comenzaban a proliferar por el continente Europeo durante el siglo XIX con el advenimiento de la revolución industrial. Es en este momento, en que comenzó a popularizarse lo que hoy conocemos como turismo, cuando este territorio adquirió un gran interés para los primeros turistas. El clima y los atractivos naturales y culturales del municipio atrajeron su atención, favoreciendo así el desarrollo de una boyante actividad turística en el entorno del Monte Lentiscal. El paisaje del vino, el volcán de Bandama y la actividad locera del pago (alfarero) de La Atalaya se convirtieron en señas de identidad de nuestra marca turística extendiendo la fama entre los numerosos viajeros y turistas que se acercaban a él.